de los fármacos, de los amores, de la basura
de todo a su alcance y es que hasta eso.
Ella era una niña
-si... una niña-
que se coronaba y a su vez se la quitaba,
seguramente era que le pesaba,
al igual que su ropa en la cama.
-una vez me comentó-
y es que hasta loca estaba,
decía que mágica era
y por eso vivía despeinada.
Escribía y entre el humo de sus cigarros
las ganas volaban, se evaporaban
y se convertían en letras que dudo que haya revelado.
Tenía estrellas, su propia galaxia
la cual con dificultad le costó conseguir y/o construir;
pero cómo nada dura para siempre
tactiturna se vuelve pero esta vez crece
y es que recuerda: más de una vez no se puede ir al infierno.
Continua-rá.
PD: Si, crece... cómo leíste.
gracias.
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